Mi imagen del sujeto no sé como será. Si me dedicara a la intervención podría ser testigo de escenas desde variopintas hasta desagradables y es muy difícil saber de antemano que imagen tendrá uno de la persona con la que intervendrá, sin saber qué sensaciones le inspira o le provoca -la profesionalidad consiste en dejar tales sensaciones a un lado pero entendemos que la imagen va en función de perspectivas que en parte, son influenciadas por las sensaciones, según la socialización laboral, la historia personal, etc.-.
G.Gendrau describe algunas imágenes del sujeto por parte de los educadores con las que no nos sentimos muy identificados, aunque sí lo hacemos con el “sentido a la profesión” que redacta en el último punto. En nuestro caso sentiríamos que la intervención con el sujeto da sentido a la acción, más que a la profesión. A la acción porque para nosotros una acción no tiene sentido solo en si misma, sino que está conectada con una totalidad.
Por ejemplo, el padre de un amigo narraba cómo tenía una maestra en la escuela que organizaba su asignatura por trabajos en grupos y exposiciones cuando los alumnos contaban con 12-13 años de edad. Gracias a esa maestra que tuvo durante dos años, aprendió a desenvolverse en público, a perder el miedo y a expresarse con fluidez, así como a trabajar en conjunto: expresar las ideas propias, respetar las de los demás, etc. Desarrolló desde pequeño tales habilidades, que conservó y potenció en la edad adulta. Actualmente tiene más facilidad para trabajar en grupo, mediar, y hablar en público que otros colegas de profesión o compañeros de su misma edad. Ha transmitido inintencionadamente las habilidades a su hijo, que ha crecido viendo como se relacionaba con los demás y cómo trabajaba. Y hoy en día nuestro compañero tiene las capacidades que la maestra de su padre quiso despertar a sus alumnos. Ni que decir tiene que tanto las características de uno como de otro contribuyen a la cohesión de aquellos grupos en los que participan y al diálogo, que funcionan un poco mejor por el granito de arena que aportan. Así pues, la labor positiva de una persona (la maestra) se extiende en el tiempo y afecta a una red de personas más extensa de lo que podamos imaginar.
Es como la labor de Schindler –sí, es una comparación desproporcionada-, no sólo consistió en salvar judíos: creó indirectamente generaciones destinadas a no existir, cualquiera de nosotros puede irse de erasmus y compartir piso con un descendiente de los judíos de Schindler que le enseñe a hacer piernik porque a un hombre se le ocurrió salvar a centenares de personas hace unas décadas.
El texto explica las teorías globales, que recogen diferentes perspectivas sobre la desadaptación. Según leímos: la teoría del aprendizaje social, la funcionalista, la interpretativa y la social.
El contenido es repetición de otros textos, no aporta mucho en ese sentido. La teoría funcionalista es quizá la que no ha salido aún en los textos que hemos ido tratando. De ella nos quedamos con la aportación de Becker, que plantea el dilema fundamental: la gente no está de acuerdo en lo que constituye una conducta sana. Inmediatamente pensamos en Krishnamurti y su famosa cita “no es saludable estar perfectamente adaptado a una cultura profundamente enferma”.
Quizá todas las personas que consideremos como inadaptadas no tienen por qué comportarse de un modo autodestructivo o que le retrase/impida su desarrollo personal o en la sociedad, del mismo modo que personas que consideramos perfectamente adaptadas pueden estar jugando a ser una caricatura de ellos mismos según las imposiciones del medio y no estar tan sanas como aparentan.
La entrada está escasa de contenido, no vemos nada que podamos destacar sin repetirnos, se vuelve a hablar de Pigmalion, de cómo nuestros estereotipos y expectativas respecto a los otros influyen en la manera como interpretamos sus comportamientos, de la reacción social…
Una idea que sí nos afanamos en rescatar es “el observador de un acto delictivo tiende a seleccionar en la situación y en el autor indicios que confirmen sus representaciones y expectativas hacia el delincuente”. Al igual que Bandura opinaba que la conducta delincuente se aprende y se transmite como cualquier otra, nosotros vemos un paralelismo entre la proyección que realiza el observador de un acto delictivo sobre el delincuente y la situación de conflicto y una situación ordinaria con personajes no conflictivos. Todos proyectamos nuestras creencias al exterior, por eso las percepciones de una misma realidad son tan variadas. La realidad es un hecho objetivo carente de significado, las realidades experimentadas pocas veces tienen que ver con el hecho objetivo y muchas con el significado otorgado.
Lo que hemos aprendido con el texto que no hubiésemos visto antes es la parte de la perspectiva Interpretativa de habla de “Explicaciones y atribuciones”.
Nos ha parecido importante que se ponga de relieve que todos los sujetos y situaciones son fuente y blanco de atribuciones múltiples. Por otro lado, leer cómo solemos explicar acciones ajenas según disposiciones particulares y excusar las nuestras según situaciones o causas ajenas es de las ideas que nos hacen pararnos a pensar sobre uno mismo.
Hasta aquí hoy (si es que no hacemos otra entrada).
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